Cd. Juárez, Chihuahua. México .

Septiembre 27 de 2016    

 
 
 
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El Cristalazo !!!


Clavillazo y María Félix

Muchos caricaturistas se han cebado en el actual presidente del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Ochoa, a quien le atribuyen (con justeza o sin ella) un cierto parecido con Antonio Espino, Clavillazo, aquel cómico de las manos elocuentes, los enormes sacos y el gorro de tres puntas, para quien toda cosa, era calmada, nomás.

A mí me ha parecido una falta de respeto. A la memoria de Espino, es claro.

Por lo demás la posición del PRI ahora ocupada por Ochoa ha sido siempre pasto de la sevicia de los moneros, quienes, con extrema crueldad y espíritu burlón, alguna vez compararon a un presidente del CEN priista con Capulina, hágame usted el irreverente favor.

Como todos sabemos el señor Ochoa trabajó un lapso muy breve en la Comisión Federal de Electricidad y a su salida, tan voluntaria como su deseo de presidir el destartalado PRI, fue recompensado por sus servicios a la patria (o al menos a su sector de energía) con una millonaria suma, de la cual, ya cubiertos los impuestos, le quedaron cerca de un millón 300 mil pesos. Una suma nada despreciable ni tampoco insuficiente para dedicarla a una bonita cuenta en cualquier casa de bolsa, por ejemplo.

La razón de su ingreso es altamente discutible: se ha ganado una millonada por no hacer nada sino decir, ya me voy, como “La borrachita”, dicen: “pa’ servirle al patrón que me mandó llamar…”

Pero no será de ninguna manera Tata Nacho quien nos diga si es legal o no recibir esta suma. Tampoco si es o no legítimo, debido o indebido. Deberíamos pensar si es conveniente o no lo es. Y yo lo veo altamente inconveniente.

No se vale decir “me han pillado y han divulgado esto por mi entera dedicación al combate de la corrupción”. Eso es un rollo cercano no a Clavillazo sino a Cantinflas.

Y me recuerda, para seguir con el espectáculo, a María Félix quien hizo de su frase “lo cáido, cáido”, todo un dogma para el aprovechamiento de las oportunidades. Pero a María, tan hermosa ella, muchas cosas se le podían perdonar, especialmente su “agandallamiento” en asuntos de pareja. A fin de cuentas no eran recursos públicos.

Yo no sé cuántos años debe trabajar una persona para juntar, en los grados de pobreza nacional generalizada, un millón trescientos mil pesos nada más así. Éste es un país pobre, con legiones de miserables a quienes esto no les debe parecer ni justo ni bueno. Lo sienten como un insulto, lo registran como un agravio.

Y si alguien preside un partido político en busca de votos, después de tantos como ha perdido en tiempo reciente, pues debería pensar cómo estos privilegios de salida lesionan su credibilidad, así ahora se haga la víctima. No hablemos de legalidad o reglamentos o normatividad tradicional en el privilegiado mundo de la alta burocracia. Hablemos de percepción popular.

— ¿Le entran?

Y para documentar los elementos de la percepción, esta columna le regala estos datos públicos al presidente del PRI. Seguro ni falta le hacen, ya tiene un think tank a su servicio, pero a veces lo más simple ayuda:

“…México se convirtió en el único país de América Latina y el Caribe donde creció la pobreza, que afecta particularmente a niños y adolescentes. El número de mexicanos que vive por debajo de la línea mínima de bienestar subió a 60.6 millones de personas, un millón más que en 2010, reveló este jueves la Comisión para América Latina y el Caribe (Cepal).

“Lo que ha pasado en México es que tiene menores tasas de crecimiento, ese es el gran tema de la economía mexicana, que no ha podido despegar y además se ha visto afectada por la severidad con que golpeó al país la crisis de 2008, afirmó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.

“El incremento de la pobreza en México ocurrió al tiempo que el país muestra una desigualdad en la distribución del ingreso —uno de los rasgos más característicos de América Latina en el contexto internacional, como describe el reporte— en el que la población en la punta de la pirámide tiene un ingreso 14 veces superior al del estrato más pobre, indica el informe Panorama social de América Latina y el Caribe 2013, publicado (en 2015)…

“…En México, 37 de cada cien personas viven en pobreza; otras 14 de cada cien sobreviven en una situación que el organismo califica de indigencia. En suma, uno de cada dos mexicanos, o 51 de cada cien, se encuentran en una condición en la que no tienen acceso a los satisfactores esenciales que garantizan el nivel mínimo de bienestar.

“Entre 2010 y 2012 la población que está por debajo de la línea de bienestar en México pasó de 59.6 a 60.6 millones de personas, informó la mexicana Alicia Bárcena. El número de personas sin acceso a la seguridad social —como atención médica o pensión— creció de 69.6 millones a 71.8 millones en el mismo periodo, añadió.

“En 2011 la proporción de mexicanos en situación de pobreza e indigencia respecto del total de la población, era de 49.6 por ciento, medio punto porcentual menos que el dato más reciente. Mientras, en 2005 fue de 40.4, lo que da cuenta de un sostenido incremento en la pobreza en México en los últimos siete años, según el reporte”.

La cosa es calmada, nomás…

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