Cambios o Reacomodos?

EN REALIDAD quedaron fuera solamente tres funcionarios.

Y los nuevos no son tales porque ya estaban en el Gobierno, aunque en otros puestos.

Por lo que difícilmente podríamos hablar de un cambio de fondo en el Gabinete Presidencial, o siquiera de un cambio.

De las señoras Ruiz Massieu o Robles no podemos esperar que aprendan sus nuevas encomiendas en pocas semanas o que lo hagan mejor que en las dependencias que encabezaban. Porque la más elemental lógica nos lleva a concluir que si estaban haciendo bien su chamba, no había razón para cambiarlas. Y si por el contrario estaban fallando en su encomienda, menos debieron mantenerlas en su nivel de mando.

Quitar a José Antonio Meade de Relaciones Exteriores, donde había dado excelentes resultados, basta citar la visita oficial a Francia, para mandarlo a Sedesol equivale a imaginar que todos somos "todólogos" y que todos sabemos todo de todos los temas. Un riesgo innecesario.

Y así nos vamos

La urgencia de quitar a Monte Alejandro Rubido tiene semanas, meses tal vez, de retraso. Obviamente, Renato Sales es una opción válida para ese puesto, pero otra vez vamos a encajar a alguien que estaba trabajando bien con independencia en un organigrama que tiene muchos asegunes de poder. ¿O es que alguien puede creer que es fácil tener a la Policía Federal, con todas las historias a su alrededor, bajo su mando y a la vez responder al titular de Gobernación? Eso sin ponderar el tema de las cárceles federales que es una bomba de tiempo.

Lo de Jesús Murillo Karam no me lo explico. Ya no molestaba a nadie... su perfil bajo en una Secretaría que nadie sabe bien a bien qué hace era parte del entorno presidencial que no agravia a la sociedad, lo que ya es ganancia. Tal vez él pidió irse, y ese sea el camino hacia convertirse en ministro de la Corte... lo cierto es que una de las voces que el Presidente solía escuchar ya está fuera totalmente.

Y si seguimos con Emilio Chuayffet, simplemente parecería que hacer bien las cosas, aguantar vara, comer camote todos los días, no tiene recompensa alguna. ¿Por qué quitar al secretario de Educación cuando las broncas ya amainaron, cuando la reforma parece caminar?

Uno tiene que preguntarse si la salida de estos tres personajes, todos con muchos años en el servicio público, en la política, va a cambiar la realidad del Gabinete Presidencial. Porque no parece que vaya a haber alguna diferencia de importancia porque ya no estén.

En los hechos, Aurelio Nuño pierde poder al llegar a la Secretaría de Educación, al salir del círculo más inmediato del poder, lo que pueda ganar en notoriedad, en publicidad, puede perderlo en el desgaste cotidiano de un ámbito en que todo está cuesta arriba. ¿Tiene experiencia para afrontar todos los problemas que ahí coindicen?

Parecería que en el mejor de los casos tres años, o dos si tomamos en cuenta los tiempos de cara a la sucesión presidencial, no son suficientes para cambiar la realidad en esa secretaría.

¿Lo mandaría el Presidente simplemente a "foguearse"?

La gente, millones de mexicanos, tienen que preguntarse en qué los benefician estos cambios. De qué manera puede ser mejor el Gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto al nombrar como responsable del tema ecológico a un ingeniero industrial, egresado del Tecnológico de Monterrey, casado con una funcionaria a cargo del tema de redes sociales, que tiene en su currículo la experiencia de haber sido director de mercadotecnia de BMW... ¿Viviremos mejor con Rafael Pacciano como parte del Gabinete de Peña Nieto?

Por más que uno repase la lista de "cambios" anunciada días antes del Informe Presidencial no es fácil encontrar razones para creer que estos nombramientos van a mejorar nuestra realidad.

Y esto, no tener la percepción de que vamos para mejor, para bien, para adelante con los muy ansiados cambios en las secretarías, no puede sino aumentar la desesperanza que ha traído la devaluación del peso, todos los temas violentos no resueltos, las confusiones temáticas sobre las casas presidenciales y los reflectores sobre su esposa, más lo que se acumule. Todo aquello que ha llevado la aceptación popular del Primer Mandatario tan abajo, tan cerca del rechazo.

Habría que preguntar cuál habría sido la respuesta social, el sentimiento popular, si Peña Nieto hubiese quitado a Luis Videgaray de la Secretaría de Hacienda...

Mera pregunta...



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