Cd. Juárez, Chihuahua. México .

Mayo 20 de 2015    

 
 
 
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Sin Gafete...


* Beltrones: ¿la mano que mece todas las cunas?

DE LEJOS, para los incautos, parece un juego previamente pactado. Quienes conocemos a Manlio Fabio hace muchos años sabemos, por el contrario, que comenzó la batalla.

Que el mismo día que aceptó buscar la dirigencia del PRI el candidato, porque aunque plurinominal lo es, César Camacho recibió la instrucción de pararlo.

Y lo hizo con una declaración que hasta el más novato supo que era de risa loca: "No es tiempo". Justo como si en estos asuntos, del poder y la política, hubiese otros tiempos que los pertinentes.

Los analistas, horas después, certificaron que éste es el tiempo en que debe tomarse la decisión, la que viene arrastrándose por todos los corrillos del poder de Los Pinos, léase Nuño, Miranda y Videgaray.

No es la primera vez que Manlio está en el epicentro de la tormenta. Hoy en el núcleo de un caos que no contribuyó a formar, y que ha venido amortiguando, en la gran medida de lo que es posible para él.

El problema, uno de los mayores conflictos que encara este gobierno, es que no saben qué hacer con él.

Manlio Fabio quiere dirigir el PRI, quiere también permanecer en una posición de poder formal que le permita ser, hacer dentro del sistema político mexicano. Que le dé espacio para seguir siendo. Que lo certifique como un interlocutor que habla de tú a tú con el Presidente y con los demás.

Manlio ha demostrado ser, para todos, un aliado invaluable. Es como una religión en su historia personal. Es, ha sido también, un enemigo brutal. Bastaría con preguntarle a Elba Esther, para hablar de lo cercano.

Su tiempo no ha terminado.

Y puede ser que a eso le tengan miedo. Algunos que hablan todos los días con Peña Nieto.

La ecuación no tendría por qué ser tan difícil. Un dilema parecido lo resolvió Carlos Salinas de Gortari nombrando a don Fernando en Gobernación, cuando era muy poderoso gobernador de Veracruz. Y antes esa posición, la gubernatura, la solventó Miguel de la Madrid también perdiendo el miedo.

Para algunos simple cuestión de perspectiva. De saber dónde se quiere tener a un hombre de poder como Manlio: Junto o en el otro lado.

¿Puede un gobierno, un Presidente, que tiene tantos frentes abiertos, que confronta tantos dramas cotidianamente, que ha perdido tanto espacio en la opinión pública, que se verá muy golpeado en las próximas elecciones independientemente del resultado, tener un enemigo como Beltrones?

Esa debería ser la verdadera pregunta. Y la respuesta es tan obvia que solamente un ciego pude insistir en no verla.

Beltrones ha hecho política toda su vida. Ha sido mano que sabe mecer todas las cunas. Ha sido, también, un excelente comunicador de su hacer. Es hombre de amigos, que sabe hacer alianzas cada minuto del día, es un excepcional negociador. Manlio es, también, un sobreviviente de todos los ataques a imaginar.

El mismo día que César Camacho pretendió revertir su determinación pública hacía la dirigencia del PRI, el gobernador panista de Sonora se quejó de que mete las manos en la elección ayudando a la candidata.

O sea, para que quede claro, a su candidata que él impuso y que él, seguramente, hará ganar.

En política no hay casualidades, ni Padrés es un compendio de inteligencia y sensibilidad. Lo importante es que a Beltrones no se le destruye con resorteras ni con discursos zalameros donde se pretende hacer notar la lealtad al Presidente.

César Camacho tiene mucho de qué estar agradecido con Peña. La concesión de la comida para los 18 mil internos en todas las cárceles del Estado de México le debe dejar unos 15 millones de pesos, mínimo, al mes. Sin dar un golpe. Concesión intocable de orden superior. Así cualquiera tiene que ser muy leal con la mano que le da de comer a carretadas. Ese no era el tema de la discusión.

La lealtad política de Beltrones no tiene por qué estar sujeta a discusión alguna. Prueba de ello son las reformas aprobadas con su apoyo.

Por eso el tema es otro. Manlio quiere el PRI, millones opinan que lo merece y que, más importante todavía, el PRI necesita de él. En esto, ya lo ha mandado decir, no hay negociación posible. Ni embajada ni Secretaría, nada habrá de aceptar. Es el PRI o...

O, este es el dilema, el camino.

Y en el camino, arrieros somos, está "El Bronco" sin ir más lejos. Y a Manlio ninguno le tiene que enseñar a mover el abanico ni platicar de qué lado masca la iguana...

En Twitter: @isabelarvide

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