Cd. Juárez, Chihuahua. México .

Noviembre 18 de 2014    

 
 
 
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Sin Gafete...


* ¿Enrique Peña Nieto, el peor Presidente de la historia o una víctima?

* Tiene que salvarse la institución presidencial al costo que sea...


Los extranjeros que asistieron, el viernes pasado, a la inauguración de los Juegos Panamericanos y del Caribe, en Veracruz, deben haber pensado que Enrique Peña Nieto es el peor mandatario que ha existido en nuestro país a raíz de la rechifla que recibió al ser mencionado por el titular de Gobernación.

Fenómeno singular, del que no escapó el gobernador Javier Duarte ni el mismo Osorio Chong, porque la mayoría de los asistentes a ese evento eran invitados y funcionarios del Gobierno local.

Es decir, un auditorio controlado.

A partir de esta expresión "popular" podría armarse cualquier falacia.

Porque lo cierto es que el primer mandatario vive un fenómeno singular, que no es ajeno al poder presidencial, como receptor de toda la irritación social, que se desarrolla por diversos factores, algunos tan ajenos a su persona como el cambio de titular en el IPN.

A la tragedia de los 43 estudiantes desaparecidos, y presuntamente asesinados en Iguala, se suma la magnificación, periodística primero y luego muy interesada políticamente, de la casa que ha asumido como suya la señora Angélica Rivera.

Y si nos apuramos, hay que agregar hasta el viaje a China del maquillista.

Todo parece sumarse en contra de Peña Nieto.

Y de todo podría sobrevivir menos de su falta de respuesta.

El Presidente de la República tiene, debe, responder a todo lo que se maneja en redes sociales en su contra. Tiene, debe, que poner un alto a la violencia infligida contra la sociedad poniendo como pretexto la desaparición de los estudiantes normalistas. Las manifestaciones se han convertido en pretexto para afectar la libertad de millones de ciudadanos y esto, sobre todo esto, es responsabilidad directa del primer mandatario.

Nada justifica la omisión de las autoridades, comenzando por el gobernador de Guerrero, ante los desmanes de unos cuantos que actúan fuera de la Ley. Tenerle miedo al uso legítimo de la autoridad, de las policías, para garantizar paz y libre tránsito es obligación irrenunciable. Y corresponde al primer mandatario garantizar que esto suceda, en todo el país.

Faltan culpables, faltan inocentes. Y las definiciones que sitúen a todos en el lado que les corresponda. Falta, al definir culpables e inocentes, terminar con los rumores que están destruyendo instituciones como las fuerzas armadas, absolutamente indispensables en nuestro Estado.

Quienes hayan participado, o hayan sido omisos que es igual su responsabilidad, en los hechos violentos de Iguala, no solamente el secuestro de los 43 estudiantes sino las muertes de esa misma noche, deben ser castigados. No puede haber excepciones. Y en esto debe incluirse a la autoridad federal, sean los militares del 27 Batallón, cuyo comandante estaba sentado en primera fila junto al entonces alcalde José Luis Abarca mientras mataban, disparaban, secuestraban a pocos kilómetros. Y, obviamente, también al delegado de la Policía Federal que recibió la información del operativo contra los estudiantes.

Muchos no hicieron lo que tenían que hacer en Guerrero, y aquí hay que mencionar en primer lugar a Ángel Aguirre, no puede haber perdón para ellos.

Y una vez que todos, absolutamente todos estén en su sitio, muchos de ellos en la cárcel, el primer mandatario debe proceder a hacer todos los cambios que necesitan hacerse. Hoy ya sabe quiénes, así sean funcionarios del primer círculo de Los Pinos, no funcionaron, quienes permitieron que esta tragedia haya devenido en una culpabilización de su persona y de la institución presidencial que no merece.

Es hora de los cambios. De personas y de formas de gobernar. Para que la gente puede comenzar a volver a creer.

Se requieren explicaciones, información, puntualización y enmiendas. Ninguno puede hacerlo por Enrique Peña Nieto. A él le corresponde defenderse, salvar la institución presidencial y el respeto que se merece ésta.

Quienes piden su renuncia tienen que entender que están fuera de la realidad y embaucados en un juego perverso de ambiciones políticas futuristas, pero también Peña Nieto tiene que entender porque tantos, o tan pocos a según, están chiflando en su contra en todos los estadios del país. Una vez que lo oigo, que lo entienda, tiene que hacer uso de todas sus capacidades para revertir esto, como se decía antiguamente: "Por el bien de la república"...



En Twitter: @isabelarvide

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